En septiembre de 2019 y durante 30 días he estado gastando lo menos posible y aplicando el principio básico del minimalismo; menos es más.
¿Habré conseguido ahorrar algo de dinero? Y sobretodo, ¿habrá merecido la pena el ahorro?
¡Vamos a verlo! 😄
Porque he decidido aprender a ahorrar de forma sencilla
Después de dejar un trabajo estable aproveché el momento para ver en qué derrochaba los cuartos y cómo podía revertir esa situación a mi favor.
Es decir, pasar de tener un pasivo todos los meses (algo que me esté quitando dinero del bolsillo) a tener un activo (algo que me esté dando dinero al bolsillo).
Pero, pasar de una situación financiera pasiva a activa es una tarea mucho mas complicada y en mi experiencia personal me va a suponer más tiempo que 30 días.
No obstante, este último mes he dado unos pasitos muy interesantes para, al menos, reducir notablemente mis gastos.

Reduciendo los gastos del día a día
Aunque existan aplicaciones donde puedes controlar tus finanzas, preferí empezar el hábito de ahorrar por lo más simple. Observar más conscientemente donde gasto mis euros en el día a día.
Claro, muchas veces uno no se da cuenta de que un euro por aquí, un café por allá, un menú y todas esas cosas, si las multiplicamos por lo que dura un mes al final se hace un pequeño montón.
Identificando mi foco de pérdidas: Desayunos, picoteos y comidas
Un hábito que aún sigo teniendo es el de comer constantemente comida chatarra fuera de casa o desayunar fuera por pereza y salir a cenar por las noches con los amigos.
Pues bien, durante estos últimos 30 días he reducido más de un 80% mis visitas a restaurantes y aunque estoy seguro de que los dueños del McDonalds, Taco Bell o Burger King me echen de menos, yo no lo he hecho.
Cuando quería ir a desayunar, habitualmente iba al bar de la esquina y me gastaba 2,80€ en el bocadillo y el té. Así que para reducir ese gasto o sencillamente iba a casa y me preparaba el desayuno (mucho más barato y saludable) o directamente lo traía preparado.
Otro gasto importante son los menús. Lo admito, me encanta salir a comer fuera. Hoy chino, mañana fideos y pasado pizza.
Al principio me costó, pero a medida que el mes se ha ido terminando le he cogido el gusto y de la misma manera que apenas he salido a desayunar fuera también lo he hecho con las comidas y las cenas.
Salidas nocturnas
Es muy fácil salir por la noche y que se vayan 40€ una noche de sábado. Cenar fuera, coger un taxi, echarse unas cervezas o unas copas, tabaco…
Es todo un reto salir por la noche y volver a casa casi con el mismo dinero con el que saliste de ella.
Por fortuna no fumo ni tampoco bebo así que eso que me quito.
Curiosamente, estos meses de verano los he dedicado a bailar porque nunca antes me había atrevido.
Y digo curiosamente porque el baile era algo que nunca imaginaba que me gustaría y gracias a enfrentarme a mi miedo a bailar, ahora es una de mis pasiones.
Ir a una discoteca significa pagar entrada y tomar copas pero no necesariamente tiene porqué. Muchas veces encontraba promociones de «De 00:00 a 01:00 entrada gratis» así que aprovechaba esa ventana para entrar.
Y para tomar algo por la noche he conseguido reducirlo a uno o dos refrescos y listo. No soy el mejor cliente pero si tengo que tomarme 5 refrescos en una noche también lo hago, claro. ¡Y si tengo que invitar, también!
La cuestión está en que sí he ido 15 veces a un sitio a bailar, en vez de tomarme tres me tomo dos. O una.
Simplemente disfruto con el baile y las amistades, así que hago eso y solamente eso. Y el resto es un añadido que no necesito así que lo he reducido al máximo.
¿Resultado?
Vuelvo a casa igual de feliz pero con casi el mismo dinero con el que salí.
No es una cuestión de reducir al 100%
Aunque esto es una opinión personal, no voy a dejar de ir en algún momento puntual sólo o con mis amigos y amigas a ir a tomar algo o sencillamente cenar fuera.
El quid de la cuestión reside sencillamente en aplicar una regla del minimalismo:
¿Realmente necesito esto que voy a comprar?
Si soy sincero conmigo mismo la mayoría de mis gastos no son necesidades sino que es la pereza y mi sistema límbico que me están diciendo «¿tienes hambre? come en el sitio más rápido y cercano»
Y si salgo con mis amigos ahora salgo muchas veces comido de casa y cuando realmente tengo ganas de comer fuera, lo hago, claro que sí.
Lo más importante para mí es que he conseguido mejorar un vicio que me estaba costando dinero y posiblemente me perjudicaba más que me beneficiaba. Dos 🐤 de un tiro.
Sin obsesionarme, voy a seguir mejorando la habilidad de ahorrar. Por ejemplo, las comidas que reemplazo fuera en la calle las he cambiado por pizza del súper. Y aunque sea más barato es mucho menos saludable.
¿Qué consigo con todo esto?
Haciendo algunos números he conseguido ahorrar más de 150€ que van a ir a parar a una de las siguientes opciones:
- Al bote de los viajes de aventura
- Invertirlos en formación o desarrollo de nuevas habilidades
- Invertirlos en algún sistema que pueda generar activos y no pasivos
- Celebrarlo yendo a comer un menú 😝
Identifica tu foco de pérdidas
Si eres una persona como yo que se gasta el dinero sin darse cuenta y a final de mes se pregunta si le han robado el dinero porque no sabe en qué se lo ha gastado, entonces te interesará saber dónde se va ese piquito de dinero.
Lo primero es ser consciente y sincero contigo mismo/a y hacer unas pequeñas sumas y anotarlas en el smartphone durante algunas días. No hace falta hacerlo pero esto ayuda mucho a tener una radiografía de gastos.
Lo segundo es identificar dónde se van esos 100-200€ cada mes «sin que nos demos cuenta».
Podría ser las cajetillas de tabaco, las cervezas de la noche, las comidas fuera de casa «por pereza a cocinar», la ropa que compramos de oferta, la suscripción a algún servicio que utilizamos una vez al mes…
Cada persona tiene su propio foco.
Si decides finalmente ahorrar, vas a tener que esforzarte un poco. Piensa que, estamos acostumbrados a ese «foco de pérdidas» y supone salir un poco de la zona de confort.
En mi caso y durante estos 30 días había momentos que deseaba con todas mis ganas ir a comer fuera porque tenía que hacer la compra y cocinarla en casa. Así que tenía 2 opciones:
1. Cocinar en casa (más barato y más saludable)
2. Comprar algún precocinado y comerlo en casa (más barato pero menos saludable)
Según el día he escogido una u otra.
¿Porqué no siempre cocinaba si era lo más sano?
Es un reto mucho mayor y significa pasar de un extremo a otro, de no cocinar y comer fuera a cocinar siempre en casa.
Mi fuerza de voluntad no está tan entrenada así que prefiero ir poco a poco e ir perfilando con el paso del tiempo. Si paso del extremo al otro sería un reto mucho mayor y sería más fácil desistir y volvería a ir a los restaurantes.
Deja una respuesta