¿Cuál es el desafío?
Estar obligado a atravesar una zona completamente a oscuras sin poder ver nada para poder continuar con mi viaje en bicicleta.
¿De qué estás asustado y por qué?
Desde pequeño arrastro un fuerte miedo a la oscuridad. Soy capaz de proyectar imágenes y sonidos sí estoy en un entorno muy oscuro sin poder ver bien lo que hay alrededor, asociándolo a miles de escenas de películas de terror que veía.
De la misma forma podríamos asociar todo esto a la famosa «talasofobia», todo lo que sea oscuro, profundo, que de pie a imaginación, ahí está mi cabeza proyectando las más siniestras y angustiantes escenas. ¿Qué bien, verdad? 😂
¿Qué tal ha ido la experiencia?
Decidí emprender un viaje desde Sevilla a Cádiz en bicicleta y me propuse el desafío físico de poder llegar a Costa Ballena (a unos 100km de Sevilla) y poder ver el atardecer en la playa, sin apenas entrenamiento alguno.
Pero para poder llegar al destino, tenía que salir bien temprano de casa porque el atardecer en el invierno se presenta bien temprano.
Así que, preparativos aparte, me desperté a las tres y media de la madrugada y salí de casa una hora después rumbo a Cadiz.
Al llegar a las afueras de Sevilla, dejé atrás las farolas encendidas y me dirigí al camino del Práctico; un camino sin asfaltar y que va por el borde del río Guadalquivir hasta que llegas a la altura del parque de Doñana. Dejando el reto físico de lado, que también lo fue, el inicio de la travesía se vio truncado porque antes de salir de la capital debía pasar por una zona completamente a oscuras con un túnel al final.
¡Y en los túneles nunca pasa nada bueno en una película de terror!
Lo cierto es que no sabía qué hacer en ese momento, pues eran las cinco de la mañana y tenía que tomar una decisión mientras el pánico intentaba apoderarse de mí, ya que a mi alrededor no había nada y en mi cabeza contaba con un pequeño frontal que me permitía ver un par de metros de luz.
O seguía hacia adelante o iba para atrás. Y para más inri, esa mañana era bien fría (teniendo en cuenta que yo soy bastante caluroso…) y al estar parado en aquella zona podía ver cómo los dedos de las manos y los pies dejaba de sentirlos.
Estaba paralizado. Quería volver a casa y meterme en la cama pero por otro lado deseaba seguir avanzando y seguir desafiando mi miedo a la oscuridad, y por ende, desafiarme a mí mismo.
Me quedé quieto en esa zona, en silencio, escuchando los ruidos del río y el rodar de los coches a lo lejos, en alguna carretera que había cercana pero imposible de acceder.
Solo tenía mi pequeña luz frontal y no conseguía ver lo que había a mi alrededor.
Objetivamente solo veía oscuridad a mi alrededor pero subjetivamente estaba imaginando todo tipo de situaciones terroríficas que estaban a punto de suceder.
Aún así, continué esperando a los primeros rayos de sol, para que me dieran el coraje de poder seguir avanzando por ese camino tan oscuro y el túnel subterráneo por el que tenia que pasar.
45 minutos después o quizá mas, no lo recuerdo, estaba congelado de frío, seguía intranquilo y el sol seguía sin salir.
Pero pasó algo curioso, a lo lejos vi una pequeña luz que se acercaba dando botes. Era un hombre que estaba haciendo running de madrugada. Pasó por delante de mis narices y fue directo al túnel. Y lo cruzó.
En ese momento me dije, Mauri, que ridículo estás haciendo. Llevas una hora aquí quieto atemorizado por los ruidos de tu alrededor y ahora viene un hombre y sin pensárselo ha hecho aquello con lo que tu llevas esperando una hora para decidir.
Esa persona fue el elemento catalizador para yo decir «¡Venga ya! Si él puede, yo también coño»
Volví a coger la bicicleta, respiré hondo y dije «que sea lo que Dios quiera», pedalee y bajé hasta ese túnel.
El eco de ese pasadizo hacia que mi respiración se oyera tremendamente fuerte en esos metros tan, tan oscuros. Mi corazón palpitaba muy fuerte, seguía pedaleando pero me encontré que el túnel estaba inundado.
La rueda delantera en un instante se hundió contra el barro y casi me caí de boca contra el suelo.
Cogí la bicicleta con las manos y me la lleve conmigo dando pasos grandes y mareados por la oscuridad, el barro y el agua.
(Es curioso como para una persona puede estar viviendo un momento terrorífico y otra sencillamente esta viviendo un momento rutinario como el hombre saliendo a correr)
Salí de ese túnel mojado, embarrado y con el corazón a punto de salir por la tensión del momento.
Pero conseguí salir y pude continuar con el viaje en bicicleta. Pocos metros después los primeros rayos aparecían y daban por finalizada la aventura del miedo a la oscuridad. Ahora comenzaba la aventura de pedalear durante muchas horas.
Ahora puedo decir que gracias a esa experiencia he podido viajar en bicicleta y acampar en sitios oscuros con mucho menos miedo.
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