¿Qué hacemos la mayoría de veces cuando tenemos sensaciones desagradables internas como la duda, la ira, la codicia o el miedo?
Me encantaría hacer una opinión generalizada pero voy a contaros mi caso. Aunque, no tiene mucho misterio. Ya desde nacimiento cultivé una importante relación con el miedo, así que fue cuestión de tiempo (al no haber actuado y comprendido la naturaleza de esos miedos) que empezara a sentir una de las enfermedades de nuestro siglo; la ansiedad.
Yo rehusaba sentir todas esas emociones. Me daba pánico que pudieran venir, y cuando llegaban, me preguntaba porqué las sentía y me encerraba en un bucle de pensamientos en torno a esa emoción y me preguntaba cómo evitarla o sacarla de mi interior.
Y aunque la ansiedad es cosa del pasado, esta breve historia de Buda me ayudó a entender, en un momento complicado, qué la comprensión y el amor es la base de todo, incluso de nuestra propia paz interior.
Nos negamos a sentir, sólo nos acordamos de las buenas emociones pero nos olvidamos de que las emociones negativas forman parte de nuestro propio ser. Nos hacen, en esencia, completos.
La cuestión reside en que obsesionarse con un pensamiento negativo es mucho más sencillo que con uno positivo, he ahí parte del problema.
Buda y su reflexión de aceptar tu lado más negativo
Tengo que decir que esta historia la leí en un libro que recomiendo: Armas de Titanes. Es un buen ladrillo, pero tiene historias y experiencias de muchas personalidades del mundo que pueden servirte de inspiración para coger las riendas de tu vida.
«Mara» representa nuestros tormentos, nuestros pensamientos lascivos, codiciosos, enfadados, irascibles y miedosos. Incluso a Buda le asaltaban ese tipo de pensamientos.
Pero nuestro protagonista fue comprendiendo que en lugar de ignorar a Mara o de ahuyentarlo, Buda aceptó su presencia con serenidad diciendo «Te veo, Mara».
Esto es una clara reflexión de que siempre podemos tomar aquello que nos venga desde diversas perspectivas.
Entonces lo invitó y lo atendió como a un huésped más. Buda le ofreció a Mara todas las comodidades que a un huésped cualquiera podía ofrecer. Una buena taza de té, un cojín y asiento frente a frente.
Mara se quedó un rato y después partió, pero durante su visita Buda permaneció libre e imperturbable.
Te veo, Mara
Cuando Mara nos visita, ya sea en forma de emociones inquietantes o historias terribles, podemos decir «Te veo, Mara» para reconocer con claridad la realidad de ansiedad y miedo que habita en el corazón de cada ser humano.
Al aceptar estas experiencias con el amor y la compasión, somos capaces de ofrecer a nuestros peores pensamientos y emociones un te en lugar de ahuyentarlos.
Tenemos muy arraigada la costumbre de ahuyentar o ignorar todo lo tenebroso, pero al igual que una buena amistad se basa en la comprensión y la compasión ¿Por qué no hacerlo con nuestros pensamientos también? Podemos aprender a introducir esas mismas cualidades en nuestra vida interior con la práctica.
Mi interpretación personal de este relato es que de la misma manera que cuando estamos alegres nos dejamos impregnar por ese estado y podemos vivir desde la alegría, cuando aparezcan emociones difíciles, aceptarlas y hacer exactamente lo mismo que cuando antes no estaban. La diferencia está en dejarlas «que entren», reconocerlas (y no ahuyentarlas), y seguir haciendo nuestra vida de forma natural. Por sí mismas estas emociones se marcharán.
Cuando me siento triste o con miedo, ahora hago las mismas cosas que haría si no tuviera tristeza o miedo. Puedo vivir de igual manera con esas sensaciones, cosa que antes me embriagaba y me paralizaban.
¿Y tú, qué piensas sobre esta historia, cuál es tu reflexión?
Me encantaría leerte 😄
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